Siete vinos rosados tan gastronómicos como divertidos: Las Fincas, Tombú, Hito, López de Haro, El Miracle, La Resérve y Monastrell Tostado Lento. Se elaboran con distintas variedades y en diferentes zonas, pero todos tienen el color del otoño.
Chivite —líder en cuanto a los vinos rosados de siempre, navarros, por más señas— se incorporó en 2014 a la tendencia de la palidez provenzal con Las Fincas (garnacha y tempranillo, VT Tres Riberas, unos 10 €) y se puso también a la cabeza. El de 2018 persevera en esa línea con un seductor color rosa, un elegante aroma de frutas y flores, un amable y sabroso equilibrio… Las Fincas lleva las firmas de Julián Chivite —que le vendió su bodega al grupo Perelada— y Juan Mª Arzak: son amigos y tienen una forma similar de entender la enogastronomía.
Dominio Dostares reivindica la prieto picudo característica de las lindes entre León y Galicia. Además de los tintos Estay o Cumal con Denominación de Origen Bierzo, elabora Tombú (VT Castilla y León, unos 9 €), un rosado del siglo XXI que tiene raíces intemporales. De intenso color fresa, su compleja elegancia aromática de flores rojas y frutas del bosque le acerca a las nuevas tendencias desde el frescor de un blanco y el empaque de un tinto. Su enólogo, Rafael Somonte, dice que la climatología de 2018 le ha permitido hacer el rosado que llevaba años buscando.
Cepa 21 es la bodega de Emilio Moro que apuesta por la innovación sin dejar de basarse en la tinta fina —la tempranillo de la Ribera del Duero— y en el compromiso con la autenticidad de la comarca que la familia reivindica como sus auténticas señas de identidad. Su rosado Hito (unos 7 €) se caracteriza por una elaboración durante la que se mantiene en contacto con las lías finas y el carbónico para ganar expresividad. A partir de ahí, está en la línea de los vinos rosados más trendy: color rosa palo muy tenue, aromas florales y carácter en boca.
Hacienda López de Haro es la matriz de la Compañía de Vinos Vintae, con bodegas en catorce denominaciones de origen del norte de España, desde Galicia hasta el Priorat. Hace poco les hablábamos de su apuesta por los grandes reservas de la Rioja —tintos y blancos— y el López de Haro rosado (unos 6 €) reivindica el estilo provenzal —pálido y floral— a partir de una elaboración muy arraigada en su entorno: la combinación de uva blanca —viura (60%)— y tinta —garnacha—, con el frescor de la primera y el peso de la segunda en buena armonía.
El Miracle es la gama creada por Bodegas Vicente Gandía con motivo de su 120 aniversario, celebrado hace 14 años, en esa apuesta por los nuevos consumidores —jóvenes e internacionales— que inspira muchas de las estrategias de la centenaria compañía, pero manteniendo para su vino rosado un estilo eminentemente clásico: color rosa violáceo y mucha fruta, tanto en nariz como en la boca, con la personalidad varietal de la shiraz y de la garnacha en un coupage mediterráneo y cosmopolita. Lo ampara la DO Valencia y cuesta unos 4 euros.
Sébastien Boudon creó el estilo de Casa Sicilia, con tintos de corte bordelés, y unos vinos rosados que se anticiparon a la tendencia provenzal para ser estandarte de una bodega donde, lejos de lo habitual en la DO Alicante, predominan los de ese tipo y los blancos. El Cesilia Rosé 2018 —monastrell, merlot y syrah— recuperó el color o la fruta y con la misma añada se incorporó a la gama, también a unos 12 euros, el garnacha La Réserve, que vuelve a anticipar tendencias con aromas más próximos a los de un tinto y una presencia en boca reforzada por la crianza sobre lías.
Efectivamente, después de los vinos rosados al estilo provenzal vienen los que reivindican su lado “tinto”. El Monastrell Tostado Lento de Vins del Comtat (DO Alicante, unos 10 euros, con un 15% de valencí negre) gana volumen y complejidad, sin perder frescor, tras un par de meses con sus lías en barricas de roble francés de 500 litros en las que antes ha habido un blanco: el Viognier Tostado Lento que hace tres años abrió en la bodega esa línea. Se basa en el uso de estufas eléctricas sin llama para tostar la madera sin olores o sabores ahumados.