Hablando de vino y exportación, hay que matizar la percepción propia de los enófilos o los sumilleres. El sector se debe a las familias que viven de él y ha de pensar en el consumidor, contando con que puede ser chino, norteamericano o alemán en su mayoría y con que, seguramente, no le interesan los tecnicismos. Los mercados del mundo van del glamour al bag in box.
La lección inaugural del XII Curso de Sumiller Profesional de la Cámara de Comercio, impartida en la Escuela de Catas de Alicante por el director general del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), Rafael del Rey, trató sobre todo de vino y exportación. Vaya por delante que Del Rey es un gran defensor de las ventas en los mercados internacionales, a diferencia de otros expertos. En todo caso, el sector se debe a las familias que viven de él y tiene que ser rentable, aunque eso no implica vender cantidad, como España, que es el primer exportador mundial de vino… al precio más bajo. Burdeos vende muchísimos menos hectolitros con una facturación total muy superior al conjunto de España y, aunque superamos a Italia en volumen, nos dobla en valor.
El sector del vino debe pensar sobre todo en los consumidores, contando con que los hay de tipos y preferencias diversos. Por encima de consideraciones sanitarias y de otros tipos, la mayoría de quienes declaran en España que no beben vino —hasta un 40% de ellos— alegan que no les gusta su sabor. ¿Qué hay de malo en darle vinos dulzones, de baja graduación y con algo de carbónico al que quiere eso? Curiosamente, suben mundialmente las exportaciones de granel —incluyendo envases como el bag in box, rechazado en los países productores y aceptadísimo en los demás—, bajan las de vino envasado y crecen espectacularmente las de espumoso, con el prosecco italiano a la cabeza. Cuando se trata de vino y exportación, hay que pensar en productos fáciles y baratos, con lo que cada vez más se exporta a granel para envasar en destino.
La distribución es la clave. El Reino Unido se ha convertido en el undécimo exportador mundial de vino y no porque el cambio climático haya multiplicado su exigua producción, sino porque compra champagne en Francia y lo vende en Singapur para que lo reexporten a China o Japón. Alemania compra vino a granel en España y lo envasa en bag in box para venderlo en los países nórdicos como procedente “de la Unión Europea”. Para los chinos, el glamour occidental del vino es tan importante o más que el vino en sí mismo. España produce mucho y consume poco, contando además con que el vino que se beben los turistas se computa como venta interior. Ese factor, relacionado también con el valor comercial del enoturismo, debería generar una poderosa estrategia exportadora, habida cuenta de que el vino más caro fuera de España es el balear, seguido del canario.
Dirigiéndose a los alumnos del curso de la Cámara de Comercio de Alicante, Del Rey concluyó que el cliente no suele serlo porque quiera conocer los gustos del sumiller, sino que tiene los suyos propios y es muy probable que no le interesen la fermentación maloláctica del vino ni otros tecnicismos.
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