Roda, la bodega más moderna entre las clásicas de Rioja y la más clásica entre las modernas, saca pecho en las añadas difíciles: con las buenas cosechas es mucho más fácil hacer un gran vino. De las frías y lluviosas obtiene vinos «atlánticos» y de las cálidas y secas, «mediterráneos»: la ambivalencia de Rioja.
Las mejores bodegas destacan en las añadas difíciles. Ese fue uno de los principales argumentos esgrimidos por Roda en una cata ofrecida en Alicante, que no reivindicó las grandes cosechas de Roda I —su vino más emblemático—, sino las que obligaron al equipo a emplearse a fondo. Los Roda I de 1997, 2002, 2003, 2004 y 2012 nacieron en años con una climatología adversa: fríos y lluviosos unos, calurosos y secos otros. Esas diferencias determinan, además, que las distintas cosechas sean eminentemente “atlánticas” o más bien “mediterráneas”. Entre las primeras están los Roda I de 1997 y 2002 —de una fresca elegancia—, mientras que los de 2003, 2004 y 2012, recién salido al mercado, reflejan el lado cálido de Rioja, una región donde confluyen los dos grandes estilos vinícolas.
Roda se fundó en 1987 en Haro y construyó su bodega sobre la excavada en el subsuelo en 1890 por Gómez Cuadrado, en el mítico Barrio de La Estación. Rodeado de veteranos, se posicionó como el más moderno de los clásicos y el más clásico de los modernos. Para el Roda I, que cuesta unos 40 euros, se seleccionan las parcelas que mejor han ido en cada añada y su hermano menor es el Roda, a unos 25. Aromas y colores se codifican a simple vista: frutos negros y cápsula negra para el primero, frutos rojos y cápsula roja para el segundo. Las otras marcas de Bodegas Roda son Sela (unos 15 €) y Cirsion (unos 200): en total, unas 300 mil botellas. La viticultura tradicional —con cepas en vaso—, las maceraciones breves —que aportan una discreta elegancia como la del cardo yesquero, símbolo de Roda— o las crianzas que preservan la fruta —sobre todo, en roble francés— son sus rasgos de estilo. Aunque comenzó sin viñedo propio, Roda tiene 70 hectáreas y gestiona otras 50: tempranillo en la Rioja Alta y Alavesa, graciano y garnacha en la Oriental.
En 2009, el matrimonio Rotllant-Daurella, junto a los hermanos Balbás, creó también Bodegas La Horra en la provincia de Burgos, aplicando una filosofía vitivinícola como la de Roda para reivindicar la elegancia y la frescura escondida tras la potencia de los tintos de Ribera del Duero. La Horra elabora el Corimbo (unos 20 €) con sus viñedos más jóvenes —25 o 30 años de media— y el Corimbo I (unos 40) con los casi centenarios. Antes de separarse, los Ro-Da fueron además pioneros en la modernización —siempre desde el arraigo— del aceite de oliva virgen extra, con unas actitudes y desde un entorno —L’Empordà y la Mallorca profunda— comparables a los de la Toscana italiana. Extinguido el Dauro catalán, el Aubocassa balear sigue siendo uno de los mejores aove de España.
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