Un monumento a la verdejo más ambiciosa

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La comarca de Rueda atrae inversiones por el éxito comercial de su variedad autóctona mientras algunos reivindican su aptitud para los blancos de gama alta. Como Lurton y Rolland, que acaban de inaugurar su nueva bodega con una filosofía a contracorriente: técnicas francesas —barricas nuevas incluidas—, modernidad y tradición… Vinos blancos dispuestos a codearse con los mejores.

Rueda es un buen negocio. La disyuntiva “Rueda o albariño” es ya como lo de “Rioja o Ribera”, pero en blancos, y los vinos de esta comarca vallisoletana son más baratos que los de su rival gallego. En estos pueblos a orillas del Duero, hay en marcha grandes inversiones cuyo objetivo es producir blancos comerciales. Pero hubo en su día quien se fijó en la zona y en su variedad autóctona por su aptitud para los de alta gama. Fueron los que situaron a Rueda y a la verdejo en el mapa del vino de calidad. Antes, su producción la compraban a granel en Jerez para hacer generosos o brandys de tercera o cuarta categoría.

François Lurton y el matrimonio Rolland —Michel y Dany— aterrizaron aquí en 1992 con la intención de desarrollar un nuevo estilo, en el que también creyó Marqués de Riscal. Ahora renuevan esa apuesta con la inauguración de una nueva bodega en una casona del pueblo de La Seca. Dieron con ella cuando, después de venderle su última bodega a Torres, buscaban emplazamiento para su nuevo proyecto. En el que tenían visto había problemas con el alcantarillado y, cuando quedaron con el alcalde para ver de solucionarlos, este les citó en su propia casa. A Lurton y Rolland les fascinó aquel caserón, que conservaba una bodega subterránea medio sepultada, y acabaron comprándoselo al alcalde. Tras una laboriosa reforma, lo han dotado de instalaciones y equipos que combinan lo moderno, lo auténtico y la mezcla de las dos cosas, desde la prensa con nitrógeno hasta los depósitos de roble u hormigón en forma de huevo, pasando por las barricas nuevas: francesas, bien sûr. Para Lurton, a la verdejo le va muy bien la madera y no hay un vino de nivel sin barrica. La nueva bodega recupera la antigua cava bajo tierra en perfecta simbiosis de tecnología y tradición.

Lurton y Rolland llevan dos décadas compaginando esas dos cosas en un viñedo plantado sobre arena y piedras. Sus mejores parcelas, de secano, están en el camino que va de La Seca al Duero. Después de la de la provincia de Segovia, es la mejor verdejo, según Lurton. Con ella elaboran, desde 2012, su primera marca, que cuesta a unos 23 euros la unidad y se llama como la propia bodega: Campo Elíseo. Fermentado y criado en barrica, es complejo y potente, con una capacidad de envejecimiento en la botella que es una de las señas de identidad de la casa, tanto aquí como en Toro, donde Campo Elíseo hace sus tintos. De la bodega de La Seca salen también el Campo Alegre (unos 13 €) y el Hermanos Lurton (unos 8).

Además, Campo Elíseo quiere ser líder en enoturismo y espera acoger a 10 mil visitantes al año en su nueva bodega. La cifra supone doblar el actual turismo del vino en toda la DO Rueda, aunque sólo equivale a la tercera parte del que recibe La Loubière, el château de la familia Lurton en Burdeos.