Gastronomía y turismo en Baleares se dan la mano en torno a la extracción de sal marina, una de las señas de identidad de la producción agroalimentaria de las islas. Si ha sido así a lo largo de los siglos, sus paisajes y las actividades que propician son también, hoy en día, un sugerente atractivo turístico.
En Mallorca, hay indicios de la actividad salinera desde el siglo IV aC y las instalaciones de mayor relevancia son las Salinas d’Es Trenc, que continúan en funcionamiento en la actualidad. También denominadas Salines de Llevant, están al sur de la isla, ocupan unas 172 hectáreas y producen unas 10 mil toneladas de sal al año. Se renovaron en los años 40 y 50 y han continuado aplicando técnicas tradicionales. En las balsas más pequeñas se obtiene la flor de sal de forma artesanal. Una visita guiada de unos 40 minutos de duración permite conocer los detalles de la actividad salinera y de un valioso ecosistema. Otras salinas visitables en Mallorca son las dels Estanys, unas de las más antiguas del Mediterráneo.
En Menorca, Ses Salines Noves de Fornells —así como las de Addaia y Mongofra, hoy en desuso— tienen que ver con la distinción de la isla como Reserva de Biosfera por la UNESCO desde 1993. Se construyeron durante la dominación inglesa, en el siglo XIX, y se trabaja en su recuperación para la producción de flor de sal. Hay visitas guiadas entre junio y agosto. Las salinas de Menorca tienen un destacable atractivo para actividades como la observación de aves o birdwatching. Los cartagineses introdujeron la extracción de sal en Ibiza en torno al siglo V aC. El Parque Natural de las Salinas de Ibiza y Formentera incluye un centro de interpretación en torno a su valor ecológico y económico.
Gastronomía y turismo en Baleares:
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