La música y la experiencia gastronómica

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La música y la experiencia gastronómica

La música y la experiencia gastronómica en un restaurante están estrechamente ligadas. Aquello que escuchamos o dejamos de escuchar mientras comemos influye en las sensaciones y los recuerdos, y tanto el estilo como el volumen son importantes.

No es una leyenda urbana: la ambientación sonora influye en las decisiones que tomamos a la hora de consumir y los responsables de marketing en supermercados o centros comerciales lo tienen muy en cuenta. En efecto, la música de sus locales puede hacer que nos sintamos atraídos hacia ellos o que permanezcamos durante más tiempo y también es posible que nos lleve a todo lo contrario. Pero ¿y en los restaurantes? Sin duda, la música que escuchamos o dejamos de escuchar mientras comemos forma parte de la “experiencia gastronómica”. Es algo manifiesto en los gastrobares y neobistrós de última generación que sirven copas y cócteles durante la tarde o la madrugada e incluso cuentan a menudo con los servicios de un DJ. Pero en la mayoría de los comedores públicos, uno puede escuchar literalmente cualquier cosa —o incluso nada— mientras come.

La música y la experiencia gastronómicaStoryous —un sistema de gestión y control de la información para el sector de la restauración— da algunas pautas también en cuanto a la música y la experiencia gastronómica, y no se queda en lo más obvio: según cual sea su estrategia de ventas, un restaurante donde quieren que comamos rápidamente nos pondrá una música con mucho ritmo y uno que pretende prolongar nuestra estancia optará por melodías tranquilas y pausadas. También es evidente que la música del local debe adaptarse al perfil de la clientela —a su edad, por ejemplo— y al momento del día e incluso de la comida o la cena: más tranquilidad al principio, más ritmo y volumen al final, para que la música y la experiencia gastronómica vayan al mismo compás. Hilando más fino, parece ser que los restaurantes de comida india obtienen mejores resultados con el rock, los italianos con la música clásica y los chinos con el pop y el jazz. En cualquier caso, la música clásica y el jazz llegan a incrementar el consumo en un 20%, según Storyous.

El volumen es, claro está, un aspecto importante. Si la música está demasiado alta puede entorpecer las conversaciones de los comensales —que, seguramente, no han ido al restaurante sólo a comer, sino también a compartir un momento agradable entre ellos—, pero para Storyous es también un error la falta absoluta de ambientación sonora: la música puede mitigar los incómodos silencios que a veces se producen en la mesa. Por supuesto, lo de poner la radio no cabe en ningún plan sensato en cuanto a la música, porque da sensación de dejadez y sus comentarios o los anuncios son contrarios a la función de un recurso que, como un buen camarero, debe tener la habilidad de estar siempre presente y pasar desapercibido al mismo tiempo. Por descontado, los locales de restauración deben tener en cuenta la normativa vigente en cuanto a nivel de ruido o derechos de autor.

Otra forma de ver la música y la experiencia gastronómica:
· Tapas y música en el Tapapiés 2018