Ejercicio aeróbico para la operación bikini

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Ejercicio aeróbico para la operación bikini

No hay nada como el ejercicio aeróbico para la operación bikini. Se trata de andar o correr a un ritmo cómodo para cada cual, sin sobreesfuerzo, con el objetivo de eliminar la grasa acumulada por los excesos “gastronómicos”. Porque no es rigurosamente cierto que el cuerpo humano funcione de manera similar a la de un motor de explosión: sería más preciso decir que el cuerpo humano funciona exactamente igual que un motor de explosión, que quema combustible y lo transforma en energía.

La capacidad energética de un alimento determinado se expresa en “calorías” y se calcula por el expeditivo método de prenderle fuego y medir la cantidad de calor que desprende. La comparación con un motor es tan obvia como inapelable: si a la furgoneta le vamos echando más gasóleo del que consume… La diferencia es que el depósito de combustible del cuerpo humano —la piel donde se acumula la grasa— es tan elástico como su capacidad de almacenamiento. No hay más fórmula para mantener el equilibrio que la de “quemar” a base de actividad las calorías, pocas o muchas, que recibe en forma de comida. Lo mejor es el ejercicio aeróbico para la operación bikini.

Algunos especialistas en psicología de la alimentación han propuesto cosas entre pragmáticas y provocadoras, como la de indicar en las etiquetas cuánto tiempo hay que correr o caminar para compensar el aporte de una chocolatina o una lata de refresco. Así sabríamos, por ejemplo, que el de un pedacito de turrón —50 o 60 calorías para una porción de 10 o 12 gramos— se “elimina” con una caminata de 15 o 20 minutos. Un bocadillo de chorizo —un panecillo de 50 gramos con 30 de embutido— da para caminar casi 3 horas o correr durante 1, y una pizza margarita, con sus 600 calorías aproximadamente, requerirá, para no acumularse en nuestro cuerpo en forma de grasa, un paseo de 6 horas o una carrera de 3. Pero otros expertos en nutrición son escépticos ante semejante propuesta y temen que su mensaje se vea reducido a la idea de que uno puede “pecar” siempre que quiera, a condición únicamente de caminar luego un rato.

Esos cálculos sólo pueden hacerse tras descontar el aporte energético mínimo que necesita el cuerpo humano: 1.700 calorías diarias para niños o ancianos, 2.100 para adolescentes o mujeres y 2.600 para varones adultos, siempre presuponiéndoles una vida eminentemente sedentaria. El consumo de energía cambia mucho según la actividad que se practique. El ejercicio aeróbico —una caminata o una carrera que no supongan un sobreesfuerzo— quema principalmente grasa y es el ideal para evitar su acumulación, además de atenuar el apetito. Al contrario, un esfuerzo anaeróbico, como un agotador partido de paddle, usa como combustible, sobre todo, hidratos de carbono, con lo que puede provocar una crisis de hipoglucemia y hasta resultar contraproducente porque estimula las ganas de comer.

Además de la idoneidad del ejercicio aeróbico para la operación bikini, hay acuerdo en la necesidad de reducir las raciones: en el supermercado, en casa, en el restaurante… Las autoridades sanitarias no tardarán en regular también eso y en advertirnos que comer, en una sociedad tan opulenta como la nuestra, perjudica seriamente la salud.

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