Aprendices de brujo, chefs y comunicadores

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El mundillo gastronómico se ha convertido en un circo poblado de aprendices de brujo, chefs y comunicadores incluidos. ¿Es posible que el periodista se convierta en algo prescindible en la era de la comunicación? ¿Puede acabar pasando algo parecido en los restaurantes? ¿Vamos también hacia una cocina sin cocineros, llena de magos de la robótica culinaria entre estrellas mediáticas y anónimos ejecutores de un manual de procedimientos?

La reflexión sobre el periodismo como oficio en vías de extinción parece haber alcanzado el punto de no retorno. A raíz de un sonadísimo ERE, alguien lo describió con una acertada expresión —periodismo sin periodistas— y una atinada comparación: es como si, contra la enésima crisis lechera, abarataran los costes reduciendo el número de vacas en las lecherías, casi suprimiéndolas, y echándole agua a la leche. Sin duda, acabarían, más pronto que tarde, con la propia razón de ser del producto y del sector.

Quizás los viejos apuntes de Teoría de la Comunicación nos sirvan para entender algo de lo que está pasando en el periodismo… y en la restauración, entre chefs y comunicadores. La comunicación —masiva— es un proceso por el que un emisor le transmite un mensaje a un receptor a través de un medio, una de cuyas piezas es el periodista. En la Facultad de Ciencias de la Información, uno también aprobó su asignatura de Economía —con la malograda Muriel Casals de profesora— y resulta que el medio está dejando de tener un valor de cambio —algo por lo que se paga— para convertirse en un bien libre, sin coste: lo que han sido hasta ahora, por ejemplo, la luz y el calor del sol.

¿Significa que el periodista pasa a ser prescindible? Desde luego, el profesional de la comunicación, no: pasa a ser más necesario que nunca. Porque si el emisor —un empresario, pongamos por caso— piensa que puede ahorrarse el gasto en comunicación, porque Internet es gratis y su sobrino es una fiera en esto de las redes sociales, está perdido. Al contrario. “El medio”, lo que se dice “el medio”, no desaparece, sino que se convierte en algo cada vez más complejo. Y eso le abre un campo inmenso a un nuevo periodista-comunicador.

Disculpe si esto le parece una incursión en terreno ajeno. Se trata de una web de periodismo gastronómico y le interesa la gastronomía, pero también lo periodístico. Además, hablamos de profundas transformaciones estructurales y la cocina profesional tendría que ir poniendo sus barbas a remojar. La cocina es también un fenómeno de comunicación: un emisor le transmite un mensaje-plato a un receptor-comensal a través de un medio-restaurante: chefs y comunicadores.

¿Dónde está el cocinero? En los últimos veinte o cuarenta años —por lo que respecta a la altísima restauración, a la alta y hasta a la normal— ha ido dejando de ser uno más en “el medio” —en el restaurante— para convertirse en emisor e incluso en mensaje. En los demás niveles —el pequeño negocio familiar, el fast food y el grueso del sector— sigue siendo una pieza del engranaje, de un mecanismo que va adquiriendo una simplificación cada vez más compleja, igual que el difuso concepto de “medio” en la era de la comunicación cibernética. Hay aparatos que lo hacen todo, alimentos completamente procesados y un inextricable entramado capaz de acabar con el profesional y con el oficio.

¿También vamos hacia una cocina sin cocineros? Hay estrellas mediáticas en un extremo, ejecutores de un manual de procedimientos en el otro y mucho mago de la robótica culinaria por en medio. En todo caso, con una multitudinaria legión de “comunicadores” aplaudiendo sin descanso a unos y a otros, ante la perplejidad de los viejos periodistas y a la espera de que el tiempo ponga a cada uno en su lugar.

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