La reflexión sobre para qué sirve una academia de gastronomía está en el candelero. “¿Son útiles las academias en pleno siglo XXI?” Es la pregunta que plantea Miguel Caballú Albiac e intentará contestar en un debate convocado para el 13 de marzo en el salón de actos de la Institución Fernando el Católico de Zaragoza, sede de la Academia Aragonesa de Gastronomía, de la que el conferenciante es vicepresidente. Por tanto, es de esperar que las respuestas vayan más bien orientadas hacia la utilidad, en pleno siglo XXI, de las academias… de gastronomía.
Según un comunicado de la Academia Aragonesa de Gastronomía, difundido hoy para convocar el acto, “las Reales Academias Nacionales o Autonómicas están viviendo momentos de renovación estatutaria.” En los últimos años se han creado tres nuevas academias —de Ingeniería, Psicología y Gastronomía—, después de más de 150 años desde que se había fundado la última en 1861. Su órgano coordinador, sin merma de su autonomía, es el Instituto de España, al que pertenecen, por orden de antigüedad, la Real Academia Española, la Real Academia de la Historia, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, la Real Academia Nacional de Medicina, la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, la Real Academia Nacional de Farmacia y la Real Academia de Ingeniería.
“Surgidas del espíritu de la Ilustración y amparadas por la Corona, las academias empezaron a constituirse en España en el siglo XVIII como centros de cultivo del saber y de difusión del conocimiento”, dice el mismo comunicado, “pero, según algunas opiniones, los más de 250 años que han transcurrido desde su creación han pasado factura a estas instituciones, tan centenarias como necesitadas de un lavado de cara para afrontar el siglo XXI como organizaciones científicas que le puedan aportar valor a la sociedad.”
A la hora de discernir para qué sirve una academia de gastronomía, “el problema fundamental es cómo adaptar la misión de las reales academias a un mundo cambiante como este”. El comunicado continúa diciendo que, “en siglos pasados, eran foros científicos de primera magnitud, una red social de un grupo muy reducido que tenía el conocimiento, pero ese mundo ya no existe, aunque el objetivo está más vigente que antes” y “es verdad que ha aumentado la capacidad de difusión del conocimiento.” La Academia Aragonesa de Gastronomía concluye en su comunicado: “El problema es: ¿De quién se fía la sociedad para entender lo que existe? Ahí es donde la academia juega un papel muy superior a cualquier otro tipo de organización”.
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