Una ruta entre vinos y flores permite recorrer las Rías Baixas gallegas y descubrir mano a mano dos de sus grandes atractivos —el albariño y las camelias— entre asombrosos jardines, pazos, viñedos y bodegas.
El pulpo a la gallega, el albariño, el Botafumeiro… Hablando de Galicia, bien podría pasarnos como al influencer que, en un alicantinísimo evento promocional, apenas acertó a referirse al sol, la playa, el arroz y el turrón como atractivos destacados. Entre los gallegos, a uno se le habrían pasado por completo los jardines de camelias, pero son el eje, junto a los vinos de la DO Rías Baixas, de una campaña de la Xunta en Madrid, Barcelona, Sevilla o València entre vinos y flores. La camelia tiene carta de naturaleza en Galicia, aunque no se plantaron los primeros ejemplares —procedentes de China o Japón, vía Oporto— sino hace apenas tres siglos. El caso es que hoy convive frecuentemente con viñedos y bodegas en pazos como los de Rubiáns o Quinteiro da Cruz, cosa que ha permitido diseñar esta Ruta de Vinos y Camelias para recorrer un puñado de asombrosos jardines y destinos enoturísticos.
Además, esta prima hermana del té tiene un curioso interés gastronómico, según nos cuenta, entre vinos y flores, la botánica Carmen Salinero, presidenta de una asociación dedicada a estudiar y ensalzar la camelia. Resulta que de sus semillas se extrae el aceite preferido para tempuras y frituras en Japón, por su gran resistencia al calor y a pesar de su escasísima relevancia organoléptica. En la Unión Europea no se admite el uso alimentario de ningún aceite de semillas sin refinar y el de camelia es tan virgen como el mejor aove, cosa que lo relega a la cosmética entre nosotros. Pero nos hace ver con ojos gastronómicos a una flor que se encuentra frecuentemente junto a las vides de las Rías Baixas: poco más de 4 mil hectáreas de las que viven —del todo o en parte— casi 5 mil familias, con un predominio apabullante de la albariño —el 95%—, pero con vinos cada vez más interesantes de otras variedades blancas e incluso tintas.
Para presentar la campaña con la que promocionaba la Ruta de Vinos y Camelias en València, Turismo Galicia invitó a la prensa a una comida en El Corte Inglés, en cuyo restaurante cocinó Pepe Solla, el gallego estrellado más mediático. El chef, que no logró consolidar el Atlántico Casa de Petiscos con el que desembarcó en la ciudad un par de años atrás, preparó un sugerente menú. Entre vinos y flores, hubo marisco de concha, pescado modesto y de relumbrón —rodaballo con la picada de sus alas y la emulsión de su grasa—, toques radicales —ácidos, picantes, notas dulces en platos salados— y un magnífico guiso de rabitos de cerdo con col y pencas de acelga. También, mucho albariño y un estupendo brancellao de Manuel d’Amaro para la carne.
FOTO destacada: Isabel Solano
Otras rutas:
· Valle del Jerte: flores que serán cerezas
· Una escapada enogastronómica a Alentejo
· A Pamplona hemos de ir… de pintxos
· Los vinos de Málaga y otros secretos a voces
· Gastronomía cubana: a La Habana ha llegado un barco…